El nacimiento del Interbloque Proyecto Sur -hecho público el 15 de diciembre pasado- desorientó a todos con su política independiente y su agenda propia, votando lo que consideraba bueno para el país viniera del oficialismo o de la oposición. Para los K somos apéndices del grupo “A” porque nuestra oposición a las medidas neoliberales del gobierno le hace el juego a la derecha, aunque ellos siguen endeudando a la Argentina y entregando los recursos naturales. Para el grupo A somos funcionales al kirchnerismo cuando no compartimos su agenda y puntos de vista. Lo que a ellos, al gobierno y a los grupos mediáticos les cuesta admitir es que no somos ni el grupo “A” ni el “B”; en todo caso, seríamos el grupo "C": con la "C" de coherencia y cambio. Se ponen nerviosos porque no pueden gobernarnos y seguimos siendo una fuente de atracción para sus bases, los jóvenes y el electorado independiente.
Hoy todos quieren que compitamos por el gobierno de la ciudad. En eso coinciden el kirchnerismo, el peronismo disidente y la coalición radical, ya que si vamos por la presidencial debilitamos a todos. Lo divertido es que nos dicen: “Che…cuídenlo a Pino..!. nosotros lo respetamos mucho pero sería una locura que no fuera por la ciudad..". Esa tentadora opción tiene sus ventajas y su contra, en tanto podría significar la posibilidad de gobernar la capital de la república, hacer una experiencia de gestión y desde allí prepararse para el 2015. Por el contrario, significaría ceder nuestro potencial de votos nacionales a los otros partidos y abandonar la construcción y desarrollo de una fuerza nacional que cuestione al bipartidismo para el 2015 o (¿por que no?) para el 2011. ¿Quién puede predecir cuanto podemos crecer con un electorado decepcionado por los partidos tradicionales? ¿Quién iba a imaginar que sin habernos pronunciado ni lanzado públicamente una candidatura, figuremos en las encuestas entre los 3 o 4 primeros candidatos...? ¿Quién pensaba en el 2009 que en la Ciudad de Buenos Aires -donde dos años antes Macri ganara con el 62%- Proyecto Sur iba a multiplicar los votos un 350%, pasando del 7,5 al 24,5 %?. Lejos de haber girado a la derecha, una parte del electorado de la ciudad apoyó nuestra campaña, que hablaba de los temas nacionales afirmando que “se puede” reconstruir el país, recuperar los recursos, democratizar la democracia, refundar una ética pública.
Ante la participación nacional de Proyecto Sur, la coalición que lidera el radicalismo es vista como la repetición de la "Alianza" del 98 y sectores progresistas y aun de sus propias bases, se inclinarían hacia nosotros porque encarnamos las causas de los derechos sociales, la defensa patrimonial y la democratización de la democracia. Del lado de las variantes peronistas, todos saben que Proyecto Sur reivindica la continuidad de las ideas del movimiento nacional, desde Forja al 45 y Juan Perón me convocó para filmar su único testimonio cinematográfico. Hoy las encuestas a nivel nacional nos dan alrededor del 10%, sin haber lanzado la candidatura: en campaña podríamos pegar un salto significativo. No solo gozamos de alta imagen positiva; también somos un punto de convergencia de muchos sectores políticos y sociales. Debe recordarse que en muchas provincias la mitad de la población no vota porque descree en los partidos tradicionales o ya hace demasiado tiempo que solamente puede optar entre Frankestein y Drácula.
Por estas razones, es prematuro afirmar como Julio Blanck que estamos "lejos de la pelea por la presidencia". Hoy no se presenta ningún candidato con un liderazgo tal, que esté en condiciones de ganar por una gran diferencia. La disputa no solo será entre tres, sino entre cuatro fuerzas; es el bipartidismo o nosotros. Proyecto Sur aparece como la alternativa del cambio, la fuerza de la juventud y los sin partido, el instrumento político de los movimientos sociales y las fuerzas territoriales dispuestos a protagonizar transformaciones con sentido emancipador, en paz y en democracia. Antes que habernos desunido, seguimos creciendo –como afirma Blanck- y sumando fuerzas; porque somos un espacio de convergencia de varias culturas políticas unidas detrás de un proyecto emancipador. Recién a fin de año y en el marco del tercer Congreso de Proyecto Sur, cuando se vea más claro quienes son los competidores y se confirmen las fechas electorales, decidiremos dónde jugar mi candidatura. Hoy no sabemos si Macri termina su mandato, si será Cobos o Alfonsín, o si Cristina terminará midiendo mejor que Néstor. Mientras tanto, nos preparamos para gobernar en cualquiera de los dos escenarios.
Con mis compañeros de cincuenta años de militancia –Alcira Argumedo, Luis Brunati, Julio Raffo, junto a aquéllos con quienes fuimos confluyendo en estos años –Mario Mazzitelli, Claudio Lozano, Eduardo Macalusse, Jorge Cardelli, Humberto Tumini y muchos más- seguimos profundizando nuestra propuesta y recogiendo la experiencia de estas décadas. Haciendo y proyectando películas, dando charlas y seminarios, organizando encuentros y participando en cientos de acciones de resistencia a dictaduras, traiciones y entregas, fuimos construyendo en estas décadas la referencia nacional de un espacio que sueña con un proyecto emancipador. Lejos de ser la frutilla del postre que amasan otros, somos un lugar de confluencia en la construcción de un
movimiento político, social y cultural; un emergente de las luchas que gran parte de nuestro pueblo -tantas veces traicionado- ha venido protagonizado en las últimas décadas.
Hoy todos quieren que compitamos por el gobierno de la ciudad. En eso coinciden el kirchnerismo, el peronismo disidente y la coalición radical, ya que si vamos por la presidencial debilitamos a todos. Lo divertido es que nos dicen: “Che…cuídenlo a Pino..!. nosotros lo respetamos mucho pero sería una locura que no fuera por la ciudad..". Esa tentadora opción tiene sus ventajas y su contra, en tanto podría significar la posibilidad de gobernar la capital de la república, hacer una experiencia de gestión y desde allí prepararse para el 2015. Por el contrario, significaría ceder nuestro potencial de votos nacionales a los otros partidos y abandonar la construcción y desarrollo de una fuerza nacional que cuestione al bipartidismo para el 2015 o (¿por que no?) para el 2011. ¿Quién puede predecir cuanto podemos crecer con un electorado decepcionado por los partidos tradicionales? ¿Quién iba a imaginar que sin habernos pronunciado ni lanzado públicamente una candidatura, figuremos en las encuestas entre los 3 o 4 primeros candidatos...? ¿Quién pensaba en el 2009 que en la Ciudad de Buenos Aires -donde dos años antes Macri ganara con el 62%- Proyecto Sur iba a multiplicar los votos un 350%, pasando del 7,5 al 24,5 %?. Lejos de haber girado a la derecha, una parte del electorado de la ciudad apoyó nuestra campaña, que hablaba de los temas nacionales afirmando que “se puede” reconstruir el país, recuperar los recursos, democratizar la democracia, refundar una ética pública.
Ante la participación nacional de Proyecto Sur, la coalición que lidera el radicalismo es vista como la repetición de la "Alianza" del 98 y sectores progresistas y aun de sus propias bases, se inclinarían hacia nosotros porque encarnamos las causas de los derechos sociales, la defensa patrimonial y la democratización de la democracia. Del lado de las variantes peronistas, todos saben que Proyecto Sur reivindica la continuidad de las ideas del movimiento nacional, desde Forja al 45 y Juan Perón me convocó para filmar su único testimonio cinematográfico. Hoy las encuestas a nivel nacional nos dan alrededor del 10%, sin haber lanzado la candidatura: en campaña podríamos pegar un salto significativo. No solo gozamos de alta imagen positiva; también somos un punto de convergencia de muchos sectores políticos y sociales. Debe recordarse que en muchas provincias la mitad de la población no vota porque descree en los partidos tradicionales o ya hace demasiado tiempo que solamente puede optar entre Frankestein y Drácula.
Por estas razones, es prematuro afirmar como Julio Blanck que estamos "lejos de la pelea por la presidencia". Hoy no se presenta ningún candidato con un liderazgo tal, que esté en condiciones de ganar por una gran diferencia. La disputa no solo será entre tres, sino entre cuatro fuerzas; es el bipartidismo o nosotros. Proyecto Sur aparece como la alternativa del cambio, la fuerza de la juventud y los sin partido, el instrumento político de los movimientos sociales y las fuerzas territoriales dispuestos a protagonizar transformaciones con sentido emancipador, en paz y en democracia. Antes que habernos desunido, seguimos creciendo –como afirma Blanck- y sumando fuerzas; porque somos un espacio de convergencia de varias culturas políticas unidas detrás de un proyecto emancipador. Recién a fin de año y en el marco del tercer Congreso de Proyecto Sur, cuando se vea más claro quienes son los competidores y se confirmen las fechas electorales, decidiremos dónde jugar mi candidatura. Hoy no sabemos si Macri termina su mandato, si será Cobos o Alfonsín, o si Cristina terminará midiendo mejor que Néstor. Mientras tanto, nos preparamos para gobernar en cualquiera de los dos escenarios.
Con mis compañeros de cincuenta años de militancia –Alcira Argumedo, Luis Brunati, Julio Raffo, junto a aquéllos con quienes fuimos confluyendo en estos años –Mario Mazzitelli, Claudio Lozano, Eduardo Macalusse, Jorge Cardelli, Humberto Tumini y muchos más- seguimos profundizando nuestra propuesta y recogiendo la experiencia de estas décadas. Haciendo y proyectando películas, dando charlas y seminarios, organizando encuentros y participando en cientos de acciones de resistencia a dictaduras, traiciones y entregas, fuimos construyendo en estas décadas la referencia nacional de un espacio que sueña con un proyecto emancipador. Lejos de ser la frutilla del postre que amasan otros, somos un lugar de confluencia en la construcción de un
movimiento político, social y cultural; un emergente de las luchas que gran parte de nuestro pueblo -tantas veces traicionado- ha venido protagonizado en las últimas décadas.
Cuidado con Pino Solanas, que picotea de todos los platos
Por Julio Blanck
Con Macri están decididamente en la vereda de enfrente. Y la mayoría del peronismo federal no los puede ni ver. Pero desde el kirchnerismo dejaron de revolearles cascotazos y ahora les tiran ondas de seducción. Ya sea en nombre de los buenos viejos tiempos cuando el contacto es con peronistas intachables de largo camino recorrido, o con recién estrenadas tolerancias cuando quieren sumarlos en algún proyecto parlamentario.
Y los radicales les hacen caídas de ojos. Cada tanto Ricardo Alfonsín les desparrama un poco de su bonhomía. O les mandan mensajes prometedores a través de Margarita Stolbizer. Y hay zalamerías de los socialistas y hasta de Lilita Carrió.
Sucede que con el escenario político dividido en tres grandes porciones, la alternativa módica pero sólida de Proyecto Sur es bocado apetecible para cualquiera.
Y más todavía: Pino Solanas y los suyos ya mostraron que están para picotear del plato de casi todos.
Si hasta le distrajeron unos cuantos votos al macrismo en la última elección porteña.
Los que más los sufren son los kirchneristas. Porque a esta altura, cada puntito que Solanas y compañía vayan acumulando será a costa del capital “progre” que el oficialismo intenta que no se le escurra entre tanta trapacería y manipulación.
Ya lo dijo Solanas, en un acto en Moreno: “Hay muchos dirigentes preocupados; tienen miedo de que sigamos creciendo”.
En esas palabras hubo un poco de arenga de ocasión para entusiasmar a la concurrencia, y otro poco de dato concreto, de tendencia que parece afirmarse.
Para evitar confusiones hay que decir enseguida que Solanas está lejos de la pelea por la presidencia.
Y que para Proyecto Sur el poder es una variante que ni siquiera se perfila en su horizonte. Pero son un vecino molesto para los demás, porque supieron armar una oferta atractiva para ciertas franjas sensibles del público urbano .
Solanas le pone una dosis de carisma, cierto aura de epopeya, una historia personal detrás y un puñado de temas, como la protección del medio ambiente y los recursos naturales, de los que no se ocupa casi ningún otro político de notoriedad. Pero Solanas es la frutilla de un postre que vienen amasando con paciencia y trabajo en barrios, gremios y universidades, los grupos que lidera el diputado Claudio Lozano y que tuvieron origen en la CTA que creció alrededor de Víctor De Gennaro.
A esa masa que está levando se incorporaron no hace tanto algunos sectores que se alejaron por izquierda del oficialismo , cuando Kirchner decidió consolidar su alianza con la estructura más rancia del PJ. Es el espacio que conduce Humberto Tumini, un histórico de la izquierda, donde destacan la diputada Victoria Donda y el dirigente piquetero y ex funcionario kirchnerista Jorge Ceballos.
Hace menos tiempo todavía se sumaron algunas patrullas perdidas de la centroizquierda , decepcionadas del kirchnerismo después de haberle prestado tantos servicios.
Hoy, dicen las encuestas que encarga el Gobierno, Proyecto Sur está firme en el segundo lugar en la Capital. Para la elección presidencial, con Solanas o para la elección porteña, con Lozano. Y se ofrece como un lugar amigable para los que se reconocen como progresistas pero no digieren ni la corrupción kirchnerista, ni el juego de alianzas volcado a la ortodoxia más dura, ni el discurso de distribución de la riqueza con que el oficialismo se llena la boca, mientras la inflación se come sueldos y asignaciones por hijo, y la riqueza se sigue concentrando .
Lo que más espanta a los muchachos de Solanas es terminar como furgones de cola del peronismo o el radicalismo.
Según ellos, ninguna de las dos grandes formaciones alberga ya propuestas de cambio social y, en cambio, sólo se preocupan por reforzar su vínculo con los factores de poder. La licuación del Frepaso y del ARI en su acercamiento con los radicales, y el triste derrumbe de la transversalidad kirchnerista, parecen haberles servido de suficiente escarmiento.
Si hoy tuvieran que cerrar la fórmula presidencial, irían Solanas y De Gennaro . Pero esperan que las grandes fuerzas terminen de acomodarse y quizás entonces asomen nuevas alianzas posibles. Juran que no tienen apuro. Y que su primer objetivo es construir una fuerza extendida en todo el país, con representatividad social más que con caritas conocidas en la tele.
Se saben, por ahora, solamente objetores del poder . Y esa postura, si se quiere menos comprometida, no les resulta incómoda. En eso también son, o parecen, diferentes.
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