Entrevista al director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (CEEPYS).
Redacción InfoSUR noticias@infosur.info
Infosur reproduce una entrevista realizada por el Observatorio Petrolero Sur (OPSur) al ingeniero Víctor Bronstein -profesor e investigador de la UBA- quien señala los vínculos existentes entre los hidrocarburos y la producción de alimentos, los factores que influyen en el desarrollo de un régimen energético sustentable, y los supuestos que subyacen al actual modelo civilizatorio
En julio de 2008 publicaste una nota de opinión en el diario La Nación titulada “Estamos comiendo petróleo”. ¿Podés explicarnos a qué hacías referencia?
El título hace referencia a una situación casi literal. Los estudios, al menos dentro del sistema estadounidense, que es donde más se consiguen datos, llegan a la conclusión de que detrás de cada caloría de alimento que se consume hay 10 calorías de hidrocarburo. Esto marca la profunda relación que hay entre los hidrocarburos y la alimentación.
Si armamos un esquema de categorías, uno podría decir que nuestra civilización industrial se basa en tres grandes insumos energéticos: alimentos, combustibles fósiles y electricidad. Toda nuestra forma de vida depende de esos tres. Lo que está ocurriendo, fundamentalmente desde hace 50 años, es que estos tres insumos son interdependientes.
Es decir, la electricidad no es una fuente de energía, es un transportador, un vector energético, y para producir electricidad deben utilizarse distintas fuentes, entre las cuales los hidrocarburos, o los combustibles fósiles, ocupan un porcentaje importante. En nuestro país el gas tiene una gran incidencia, y en EE.UU. el 50% de la electricidad se genera con centrales a carbón; en China ese número asciende casi el 66%.
¿Qué quiere decir combustibles fósiles? Que ahí hubo vida; esta es la discusión que doy a veces sobre el tema de “biocombustibles”, ya que el petróleo [también] es un biocombustible. Los que ahora se denominan “biocombustibles” deberían llamarse “agrocombustibles”. [Los hidrocarburos], desde el punto de vista conceptual de la fuente energética, son un biocombustible concentrado en 100 millones de años.
El tema energético hay que encararlo a partir de cinco dimensiones: económica, social, política, ambiental y científico-tecnológica. Cuando se analizan fenómenos como este, de que “estamos comiendo petróleo”, deben enfocarse desde ese punto de vista.
A partir de la década del 50’, luego de la segunda posguerra, empieza a haber un fuerte crecimiento económico, y el crecimiento económico genera inevitablemente crecimiento en la población mundial. Si uno ve las curvas de población, el quiebre en la curva se da a partir de la revolución industrial y la utilización de los combustibles fósiles. Eso generó una posibilidad de exceso en la producción de alimentos, permitiendo crecimiento poblacional, lo cual se da en la naturaleza también. La población crece mientras pueda tener alimentos para sustentarse.
Entonces, a partir de la década del 50’ empieza a haber mucha demanda de alimentos y comienza a darse un proceso de industrialización del campo, que se denominó la “Revolución Verde”, que tuvo que ver tanto con la incorporación de tecnología -maquinarias, tractores, cosechadoras, etc.- que reemplazó mano de obra (llevar un poco el esquema fabril de la revolución industrial del siglo XVIII, XIX, en el siglo XX, a la producción de alimentos); sumado a cierta revolución o avance en cuanto al tema de las semillas -en la década del 60’ con el desarrollo de las semillas híbridas, que aumentan muchísimo la productividad.
El campo, al industrializarse, genera una demanda de energía que antes era satisfecha por el hombre o los animales. Esto puede verse incluso en Argentina: cuando empieza la cosecha comienza a faltar el gasoil, porque el campo es un gran consumidor de combustible. Por otro lado, en el aspecto de la producción, el campo es un gran consumidor de fertilizantes que están hechos fundamentalmente en base a hidrocarburos. El gas es el gran elemento básico de los fertilizantes. A eso se le agrega el proceso de globalización en la producción alimentaria de los últimos años; el hecho de que nosotros le exportemos soja a China, no es gratis desde el punto de vista energético.
Los alimentos solían producirse más o menos localmente, es decir, del lugar de producción al de consumo no había grandes trayectos. Pero con la globalización de [la producción], el packaging –el hecho de comprar un chocolate hecho en Suiza, con una caja fabricada en la India-, etc., aumentan las distancias de transporte y eso consume energía.
Cuando escribí ese artículo en 2008 fue en el momento en que el petróleo estaba a US$ 140 el barril, y [argumentaba que] el problema de que el petróleo estuviese caro no era solamente un problema para los automovilistas, sino que generaba un problema en la producción de alimentos. El problema de escasez eventual del petróleo, de los hidrocarburos, puede llevar a escasez de producción de alimentos, ese es un riesgo importante.
-Mencionabas cómo los hidrocarburos sirvieron para impulsar este proceso de desarrollo y de crecimiento, tanto en la producción como poblacional. En esa misma nota decías que el modelo de desarrollo actual se basa en una “utopía de crecimiento ilimitado”.
El título hace referencia a una situación casi literal. Los estudios, al menos dentro del sistema estadounidense, que es donde más se consiguen datos, llegan a la conclusión de que detrás de cada caloría de alimento que se consume hay 10 calorías de hidrocarburo. Esto marca la profunda relación que hay entre los hidrocarburos y la alimentación.
Si armamos un esquema de categorías, uno podría decir que nuestra civilización industrial se basa en tres grandes insumos energéticos: alimentos, combustibles fósiles y electricidad. Toda nuestra forma de vida depende de esos tres. Lo que está ocurriendo, fundamentalmente desde hace 50 años, es que estos tres insumos son interdependientes.
Es decir, la electricidad no es una fuente de energía, es un transportador, un vector energético, y para producir electricidad deben utilizarse distintas fuentes, entre las cuales los hidrocarburos, o los combustibles fósiles, ocupan un porcentaje importante. En nuestro país el gas tiene una gran incidencia, y en EE.UU. el 50% de la electricidad se genera con centrales a carbón; en China ese número asciende casi el 66%.
¿Qué quiere decir combustibles fósiles? Que ahí hubo vida; esta es la discusión que doy a veces sobre el tema de “biocombustibles”, ya que el petróleo [también] es un biocombustible. Los que ahora se denominan “biocombustibles” deberían llamarse “agrocombustibles”. [Los hidrocarburos], desde el punto de vista conceptual de la fuente energética, son un biocombustible concentrado en 100 millones de años.
El tema energético hay que encararlo a partir de cinco dimensiones: económica, social, política, ambiental y científico-tecnológica. Cuando se analizan fenómenos como este, de que “estamos comiendo petróleo”, deben enfocarse desde ese punto de vista.
A partir de la década del 50’, luego de la segunda posguerra, empieza a haber un fuerte crecimiento económico, y el crecimiento económico genera inevitablemente crecimiento en la población mundial. Si uno ve las curvas de población, el quiebre en la curva se da a partir de la revolución industrial y la utilización de los combustibles fósiles. Eso generó una posibilidad de exceso en la producción de alimentos, permitiendo crecimiento poblacional, lo cual se da en la naturaleza también. La población crece mientras pueda tener alimentos para sustentarse.
Entonces, a partir de la década del 50’ empieza a haber mucha demanda de alimentos y comienza a darse un proceso de industrialización del campo, que se denominó la “Revolución Verde”, que tuvo que ver tanto con la incorporación de tecnología -maquinarias, tractores, cosechadoras, etc.- que reemplazó mano de obra (llevar un poco el esquema fabril de la revolución industrial del siglo XVIII, XIX, en el siglo XX, a la producción de alimentos); sumado a cierta revolución o avance en cuanto al tema de las semillas -en la década del 60’ con el desarrollo de las semillas híbridas, que aumentan muchísimo la productividad.
El campo, al industrializarse, genera una demanda de energía que antes era satisfecha por el hombre o los animales. Esto puede verse incluso en Argentina: cuando empieza la cosecha comienza a faltar el gasoil, porque el campo es un gran consumidor de combustible. Por otro lado, en el aspecto de la producción, el campo es un gran consumidor de fertilizantes que están hechos fundamentalmente en base a hidrocarburos. El gas es el gran elemento básico de los fertilizantes. A eso se le agrega el proceso de globalización en la producción alimentaria de los últimos años; el hecho de que nosotros le exportemos soja a China, no es gratis desde el punto de vista energético.
Los alimentos solían producirse más o menos localmente, es decir, del lugar de producción al de consumo no había grandes trayectos. Pero con la globalización de [la producción], el packaging –el hecho de comprar un chocolate hecho en Suiza, con una caja fabricada en la India-, etc., aumentan las distancias de transporte y eso consume energía.
Cuando escribí ese artículo en 2008 fue en el momento en que el petróleo estaba a US$ 140 el barril, y [argumentaba que] el problema de que el petróleo estuviese caro no era solamente un problema para los automovilistas, sino que generaba un problema en la producción de alimentos. El problema de escasez eventual del petróleo, de los hidrocarburos, puede llevar a escasez de producción de alimentos, ese es un riesgo importante.
-Mencionabas cómo los hidrocarburos sirvieron para impulsar este proceso de desarrollo y de crecimiento, tanto en la producción como poblacional. En esa misma nota decías que el modelo de desarrollo actual se basa en una “utopía de crecimiento ilimitado”.
¿Por qué hacías esa aseveración?
Eso es producto de la economía neoclásica, que cuando empieza a “matematizar” la conceptualización del fenómeno económico [deja fuera] la variable biofísica, como si la economía fuese una suma de ecuaciones.
Robert [Merton] Solow, premio Nobel [de Economía] en la década del 80’ por teorías del crecimiento, sostuvo que el mundo se las podía arreglar sin recursos naturales, que todo era cuestión de la invención humana. Ahí sigue un poco la tradición schumpeteriana sobre la innovación, que la innovación todo lo puede; ni siquiera el marxismo llegó a ver este problema.
Cuando se está lejos de los límites de la naturaleza, se puede considerar a los recursos como infinitos. Si son infinitos no se los tiene en cuenta, son variables que no juegan dentro del modelo económico. Lo que está ocurriendo en este momento, es que el mundo se está acercando a los límites de la Tierra. Al acercarse a los límites –eso se ve en las ecuaciones diferenciales-, aparecen lo que se llaman “situaciones de contorno”: los límites empiezan a influenciar sobre la dinámica del sistema.
El tema de la [denominada] “sustitución” también es importante. [El economista] Milton Friedman, en un reportaje a comienzos de los ’80, después de la segunda crisis del petróleo del ’79 -cuando también se produjo un gran aumento de precios-, afirmó que si el petróleo continuaba aumentando, no había por qué preocuparse, ya que el mercado podía hacerse cargo del problema encontrando un sustituto. Ese es el concepto de sustitución. Se supone que si en el mercado un producto es caro, siempre tiene un sustituto que es más barato, y que la gente va a consumir ese. [Esta idea] no toma en cuenta el valor estratégico del petróleo, en el sentido de que todavía es insustituible. Eso es válido para productos que puedan reemplazarse, [pero] hay productos que son insustituibles, y el mercado no sirve para eso.
Esto lo digo en algunas charlas, las termino a veces así para “pinchar” un poco a los economistas presentes. Un economista, Kenneth Boulding, sostuvo que aquel que pensara que en un mundo finito se podía tener un crecimiento ilimitado, o era un loco, o era un economista.
Se piensa –como en el discurso político del actual gobierno, que yo apoyo-, que el desarrollo está ligado al crecimiento. Entonces, lo que uno tiene que empezar a plantear, y esto hace a la Filosofía Política, es cómo vamos a construir una sociedad y su relación con la naturaleza. Tenemos que comenzar a pensar en modelos de desarrollo sin crecimiento, porque, precisamente, estamos llegando a un límite de crecimiento.
-¿Puede plantearse un cambio en el régimen energético que sea sustentable, sin afectar otras variables –estilos de vida, pautas de consumo, modelos de desarrollo?
Ahí es donde está la pregunta abierta, y ahí está la dimensión científico-tecnológica que decía. Con la tecnología actual, las energías renovables no pueden sustentar nuestra sociedad de consumo. Hay características incluso conceptuales: si se hace un análisis histórico de la civilización humana, lo que se ve es que lo que fue logrando la tecnología fue independizar a la humanidad de los ciclos de la naturaleza. Por eso se dice que uno de los grandes inventos de la Edad Media fue el reloj mecánico, porque cuando no se lo tenía, ¿cómo hacía la gente para encontrarse a horario? Hay cuestiones que uno después las naturaliza, pero el reloj mecánico ordenó la vida en las ciudades medievales.
-Hay una anécdota de la Comuna de Paris, que apenas se toma la ciudad lo primero que destruyen es el reloj…
Claro, porque el convento tocaba las campanas y eso iba marcando y ordenando la vida –la hora de comer, la hora de ir a misa, cuando dormías, cuando te levantabas-. Con el desarrollo de la civilización esto también se fue logrando en otros niveles. Con el automóvil y la aparición de otros medios de transporte el hombre se independizó de las distancias. [En general], se han creado sistemas que van independizando a la civilización de los tiempos naturales. La iluminación artificial posibilita estudiar de noche, por ejemplo. Antes las actividades transcurrían durante el día, a la noche había que dormir. El origen del petróleo tiene que ver con la necesidad de iluminación.
-En ese sentido ha servido para prolongar la jornada laboral.
No sé si ya se buscaba prolongar los ciclos de trabajo -en 1859- sino que era más para iluminación ciudadana, la vida cotidiana. El petróleo fue un sustituto del aceite de ballena, en ese momento no había motor a explosión, a combustión interna.
Hoy en día el problema es sistémico, [inclusive] el sistema financiero depende un poco del petróleo, de los depósitos de los petrodólares de los países árabes en los bancos de Inglaterra y EE.UU. Si realmente no se genera un sustituto al petróleo, va a cambiar la forma de vida. El hecho de vivir a 50km de los lugares de trabajo, la vida en countries, los suburbios… Las grandes ciudades son sustentables sólo con un gran consumo energético. Probablemente vayan desapareciendo, va a haber una vida más comunitaria.
-¿Qué modificaciones tendríamos que hacer dentro de los otros planos para un régimen energético sustentable?
Es muy difícil. Justamente, el petróleo es un subsidio que nosotros estamos recibiendo de la naturaleza. Los economistas neoliberales, que se oponen a los subsidios, no están tomando en cuenta que nuestra civilización está sustentada en un gran subsidio que nos da la naturaleza, producido en 100 millones de años, y que nosotros vamos a gastar en 200 años.
Una cosa que yo les remarco a los “petroleros” cuando discutimos estos temas, que incluso figura mal en el INDEC, es el punto estadístico que dice “producción de petróleo”. Yo les digo que el petróleo no se produce, eso es una mentira, el petróleo se extrae. La producción la hizo la naturaleza. Entonces habría que poner en el sistema estadístico “extracción de petróleo”, “extracción de gas”, porque eso no se está “produciendo”.
Sin ese subsidio, hay que ver si el sistema puede funcionar. En la opción tecnológica tenemos lo que se llama la “falacia del razonamiento inductivo”: que, hasta el momento, nuestra civilización haya encontrado una solución tecnológica para lidiar con ciertos problemas –como cuando se planteó el tema malthusoniano (1) de la escasez de alimentos-, o cuando se fueron superando determinadas catástrofes que se predecían o presentaban, no quiere decir que siempre vayas a encontrar la solución [tecnológica] que hace falta.
Precisamente, en este momento falta una solución tecnológica; las opciones que hay, suman, pero no logran reemplazar a los hidrocarburos. El peligro es que, en general, [los cambios] en temas energéticos resultan muy complicados, porque implican todo un entramado de transporte, logística, instalación, consumo, etc., y son lentos. Eso es una falacia a la que nos acostumbró el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación. Si Microsoft dice “pasamos del Windows Vista al Windows 7”, en dos semanas se puede tener todas las computadoras en Windows 7, es un problema de dinero nada más. Ahora, si se dice “vamos a migrar de cocinas a gas a cocinas eléctricas”, ¿cuánto tiempo se tarda? ¿Cuántas cocinas hacen falta? En el caso del auto eléctrico, ¿en cuánto tiempo se cambia el parque automotor? En el mundo hay aproximadamente 700 millones de vehículos. ¿Cuánto tiempo hace falta para producir 700 millones de vehículos? Aunque se logre tecnológicamente el sistema de baterías, etc., lleva décadas, ni siquiera años, un cambio. Ese es el tema, estamos en un punto en que puede colapsar la civilización.
-Una de las alternativas que se han esbozado en los últimos años con respecto al problema energético son los agrocombustibles, ¿en qué medida te parece que pueden ser sustentables y qué consecuencias pueden esperarse de su utilización a gran escala?
La utilización de los agrocombustibles es limitada. Primero, [porque] compiten con los alimentos y [además] te obligan a “correr” la frontera agrícola. Yo creo que el problema no es la expansión [de la frontera] hidrocarburífera, sino la expansión de la frontera agrícola. El impacto ambiental más importante es el de la deforestación, para los hidrocarburos no es necesario desforestar; se genera cierto impacto ambiental, pero dentro de todo es el más controlable. Mucho más grave es la deforestación que se produce con el corrimiento de la frontera agrícola, para producción de alimentos o para producir agrocombustibles. Con la tecnología actual, su utilización es limitada, con suerte se podrá lograr en 30 años.
Por otro lado, el agrocombustible no es una energía “ecológica”, eso es una falacia. Para producirlo son necesarios tres elementos: Sol, agua y tierra fértil. En la producción intensiva de monocultivo para agrocombustibles, se erosiona el suelo, se consume mucha agua -cada litro de bioetanol requiere 30-35 litros de agua-, se generan residuos que son contaminantes.
Como la producción del campo está industrializada y consume hidrocarburos, [la producción de agrocombustibles] sería neutra con respecto a la generación de gases de efecto invernadero si se cosechara y sembrara a mano.
Los agrocombustibles son un aporte a nivel local, no en gran escala. También depende de qué tipo de cultivos, porque existe otra variable dentro de la dimensión científico-técnica, que es la que se denomina “tasa de retorno energético” -cuánta energía se invierte y cuánta se obtiene- y en el caso de los biocombustibles es discutible. En EE.UU., que produce a partir del maíz, con riego artificial y muchos fertilizantes, etc., algunos científicos sostienen que [la tasa de retorno energético] es negativa o levemente positiva., y que más que una fuente de energía es una fuente de negocios con los subsidios. La producción de agrocombustibles a partir de la caña de azúcar, como se hace en Brasil –con todas las ventajas del clima tropical-, arroja una tasa de retorno energético 3 a 1. En el caso del petróleo es 30 a 1 o 40 a 1. Hay diferencias de magnitud.
Nota:
(1) Hace referencia a Thomas Malthus (1766 – 1834), economista inglés.
Eso es producto de la economía neoclásica, que cuando empieza a “matematizar” la conceptualización del fenómeno económico [deja fuera] la variable biofísica, como si la economía fuese una suma de ecuaciones.
Robert [Merton] Solow, premio Nobel [de Economía] en la década del 80’ por teorías del crecimiento, sostuvo que el mundo se las podía arreglar sin recursos naturales, que todo era cuestión de la invención humana. Ahí sigue un poco la tradición schumpeteriana sobre la innovación, que la innovación todo lo puede; ni siquiera el marxismo llegó a ver este problema.
Cuando se está lejos de los límites de la naturaleza, se puede considerar a los recursos como infinitos. Si son infinitos no se los tiene en cuenta, son variables que no juegan dentro del modelo económico. Lo que está ocurriendo en este momento, es que el mundo se está acercando a los límites de la Tierra. Al acercarse a los límites –eso se ve en las ecuaciones diferenciales-, aparecen lo que se llaman “situaciones de contorno”: los límites empiezan a influenciar sobre la dinámica del sistema.
El tema de la [denominada] “sustitución” también es importante. [El economista] Milton Friedman, en un reportaje a comienzos de los ’80, después de la segunda crisis del petróleo del ’79 -cuando también se produjo un gran aumento de precios-, afirmó que si el petróleo continuaba aumentando, no había por qué preocuparse, ya que el mercado podía hacerse cargo del problema encontrando un sustituto. Ese es el concepto de sustitución. Se supone que si en el mercado un producto es caro, siempre tiene un sustituto que es más barato, y que la gente va a consumir ese. [Esta idea] no toma en cuenta el valor estratégico del petróleo, en el sentido de que todavía es insustituible. Eso es válido para productos que puedan reemplazarse, [pero] hay productos que son insustituibles, y el mercado no sirve para eso.
Esto lo digo en algunas charlas, las termino a veces así para “pinchar” un poco a los economistas presentes. Un economista, Kenneth Boulding, sostuvo que aquel que pensara que en un mundo finito se podía tener un crecimiento ilimitado, o era un loco, o era un economista.
Se piensa –como en el discurso político del actual gobierno, que yo apoyo-, que el desarrollo está ligado al crecimiento. Entonces, lo que uno tiene que empezar a plantear, y esto hace a la Filosofía Política, es cómo vamos a construir una sociedad y su relación con la naturaleza. Tenemos que comenzar a pensar en modelos de desarrollo sin crecimiento, porque, precisamente, estamos llegando a un límite de crecimiento.
-¿Puede plantearse un cambio en el régimen energético que sea sustentable, sin afectar otras variables –estilos de vida, pautas de consumo, modelos de desarrollo?
Ahí es donde está la pregunta abierta, y ahí está la dimensión científico-tecnológica que decía. Con la tecnología actual, las energías renovables no pueden sustentar nuestra sociedad de consumo. Hay características incluso conceptuales: si se hace un análisis histórico de la civilización humana, lo que se ve es que lo que fue logrando la tecnología fue independizar a la humanidad de los ciclos de la naturaleza. Por eso se dice que uno de los grandes inventos de la Edad Media fue el reloj mecánico, porque cuando no se lo tenía, ¿cómo hacía la gente para encontrarse a horario? Hay cuestiones que uno después las naturaliza, pero el reloj mecánico ordenó la vida en las ciudades medievales.
-Hay una anécdota de la Comuna de Paris, que apenas se toma la ciudad lo primero que destruyen es el reloj…
Claro, porque el convento tocaba las campanas y eso iba marcando y ordenando la vida –la hora de comer, la hora de ir a misa, cuando dormías, cuando te levantabas-. Con el desarrollo de la civilización esto también se fue logrando en otros niveles. Con el automóvil y la aparición de otros medios de transporte el hombre se independizó de las distancias. [En general], se han creado sistemas que van independizando a la civilización de los tiempos naturales. La iluminación artificial posibilita estudiar de noche, por ejemplo. Antes las actividades transcurrían durante el día, a la noche había que dormir. El origen del petróleo tiene que ver con la necesidad de iluminación.
-En ese sentido ha servido para prolongar la jornada laboral.
No sé si ya se buscaba prolongar los ciclos de trabajo -en 1859- sino que era más para iluminación ciudadana, la vida cotidiana. El petróleo fue un sustituto del aceite de ballena, en ese momento no había motor a explosión, a combustión interna.
Hoy en día el problema es sistémico, [inclusive] el sistema financiero depende un poco del petróleo, de los depósitos de los petrodólares de los países árabes en los bancos de Inglaterra y EE.UU. Si realmente no se genera un sustituto al petróleo, va a cambiar la forma de vida. El hecho de vivir a 50km de los lugares de trabajo, la vida en countries, los suburbios… Las grandes ciudades son sustentables sólo con un gran consumo energético. Probablemente vayan desapareciendo, va a haber una vida más comunitaria.
-¿Qué modificaciones tendríamos que hacer dentro de los otros planos para un régimen energético sustentable?
Es muy difícil. Justamente, el petróleo es un subsidio que nosotros estamos recibiendo de la naturaleza. Los economistas neoliberales, que se oponen a los subsidios, no están tomando en cuenta que nuestra civilización está sustentada en un gran subsidio que nos da la naturaleza, producido en 100 millones de años, y que nosotros vamos a gastar en 200 años.
Una cosa que yo les remarco a los “petroleros” cuando discutimos estos temas, que incluso figura mal en el INDEC, es el punto estadístico que dice “producción de petróleo”. Yo les digo que el petróleo no se produce, eso es una mentira, el petróleo se extrae. La producción la hizo la naturaleza. Entonces habría que poner en el sistema estadístico “extracción de petróleo”, “extracción de gas”, porque eso no se está “produciendo”.
Sin ese subsidio, hay que ver si el sistema puede funcionar. En la opción tecnológica tenemos lo que se llama la “falacia del razonamiento inductivo”: que, hasta el momento, nuestra civilización haya encontrado una solución tecnológica para lidiar con ciertos problemas –como cuando se planteó el tema malthusoniano (1) de la escasez de alimentos-, o cuando se fueron superando determinadas catástrofes que se predecían o presentaban, no quiere decir que siempre vayas a encontrar la solución [tecnológica] que hace falta.
Precisamente, en este momento falta una solución tecnológica; las opciones que hay, suman, pero no logran reemplazar a los hidrocarburos. El peligro es que, en general, [los cambios] en temas energéticos resultan muy complicados, porque implican todo un entramado de transporte, logística, instalación, consumo, etc., y son lentos. Eso es una falacia a la que nos acostumbró el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación. Si Microsoft dice “pasamos del Windows Vista al Windows 7”, en dos semanas se puede tener todas las computadoras en Windows 7, es un problema de dinero nada más. Ahora, si se dice “vamos a migrar de cocinas a gas a cocinas eléctricas”, ¿cuánto tiempo se tarda? ¿Cuántas cocinas hacen falta? En el caso del auto eléctrico, ¿en cuánto tiempo se cambia el parque automotor? En el mundo hay aproximadamente 700 millones de vehículos. ¿Cuánto tiempo hace falta para producir 700 millones de vehículos? Aunque se logre tecnológicamente el sistema de baterías, etc., lleva décadas, ni siquiera años, un cambio. Ese es el tema, estamos en un punto en que puede colapsar la civilización.
-Una de las alternativas que se han esbozado en los últimos años con respecto al problema energético son los agrocombustibles, ¿en qué medida te parece que pueden ser sustentables y qué consecuencias pueden esperarse de su utilización a gran escala?
La utilización de los agrocombustibles es limitada. Primero, [porque] compiten con los alimentos y [además] te obligan a “correr” la frontera agrícola. Yo creo que el problema no es la expansión [de la frontera] hidrocarburífera, sino la expansión de la frontera agrícola. El impacto ambiental más importante es el de la deforestación, para los hidrocarburos no es necesario desforestar; se genera cierto impacto ambiental, pero dentro de todo es el más controlable. Mucho más grave es la deforestación que se produce con el corrimiento de la frontera agrícola, para producción de alimentos o para producir agrocombustibles. Con la tecnología actual, su utilización es limitada, con suerte se podrá lograr en 30 años.
Por otro lado, el agrocombustible no es una energía “ecológica”, eso es una falacia. Para producirlo son necesarios tres elementos: Sol, agua y tierra fértil. En la producción intensiva de monocultivo para agrocombustibles, se erosiona el suelo, se consume mucha agua -cada litro de bioetanol requiere 30-35 litros de agua-, se generan residuos que son contaminantes.
Como la producción del campo está industrializada y consume hidrocarburos, [la producción de agrocombustibles] sería neutra con respecto a la generación de gases de efecto invernadero si se cosechara y sembrara a mano.
Los agrocombustibles son un aporte a nivel local, no en gran escala. También depende de qué tipo de cultivos, porque existe otra variable dentro de la dimensión científico-técnica, que es la que se denomina “tasa de retorno energético” -cuánta energía se invierte y cuánta se obtiene- y en el caso de los biocombustibles es discutible. En EE.UU., que produce a partir del maíz, con riego artificial y muchos fertilizantes, etc., algunos científicos sostienen que [la tasa de retorno energético] es negativa o levemente positiva., y que más que una fuente de energía es una fuente de negocios con los subsidios. La producción de agrocombustibles a partir de la caña de azúcar, como se hace en Brasil –con todas las ventajas del clima tropical-, arroja una tasa de retorno energético 3 a 1. En el caso del petróleo es 30 a 1 o 40 a 1. Hay diferencias de magnitud.
Nota:
(1) Hace referencia a Thomas Malthus (1766 – 1834), economista inglés.
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