Carlos del Frade, periodista y referente de Proyecto Sur Rosario
Breve reseña de la exposición de Carlos Del Frade durante el encuentro de Formación Politica. Además, video de la jornada y ponencias de Maria Elena Benso y Carlos Del Frade.
Un chico de siete años contrajo cáncer mientras manipulaba agroquímicos en la limpieza del guano de las gallinas en los establecimientos de la empresa “Nuestra Huella”, propietaria de 70 granjas en la provincia de Buenos Aires. El niño había sido traído junto a su familia desde Misiones con la idea de conseguir un empleo digno para todos. Y fue Misiones, a fines de octubre de 2010, la que ocupó el escenario de la vergüenza nacional cuando tres chiquitos de menos de quince meses partieron a la pampa de arriba como consecuencia de la desnutrición. Ellos eran de la localidad de Montecarlo, pueblo vinculado a la cosecha de la yerba mate, hoy habitado por cientos de desocupados como consecuencia de la implantación de pinos de acuerdo al interés de las pasteras que, como Alto Paraná, han cambiado la ecología misionera. Mientras una hectárea de pino le da trabajo a solamente cuatro trabajadores, la hectárea de la yerba mate da empleo a más de ciento cincuenta. Para colmo de males el gobernador radical k, Maurice Closs, es socio de los dueños de hoteles y casinos internacionales y asegura que los pibes seguirán muriéndose de hambre aunque él ha dispuesto un plan denominado Hambre Cero que consiste en invertir 47 centavos por ración de comida que se sirve en los comedores escolares. 47 centavos por día para vencer al hambre. El 52 por ciento de los niños, niñas y adolescentes argentinos, casi seis millones en el censo de 2001, vive en lugares con alto o muy alto índice de vulnerabilidad social y riesgo ambiental, sostiene la Defensoría del Pueblo de la Nación. En el llamado “Atlas de riesgo ambiental de la niñez de Argentina”, aparece el dato que el 58 por ciento de los menores de dieciocho años habita municipios donde la falta de saneamiento básico lo expone a enfermedades. Las situaciones más graves se dan en zona de Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes, Santiago del Estero, Jujuy, Salta, Tucumán y el segundo cordón del conurbano bonaerense. En tanto, un 42 por ciento de esos pibes es sometido a contaminación industrial en los grandes centros urbanos del país.
Pero el peligro de toxicidad mayor se observa en localidades rurales de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Santiago del Estero y Chaco, donde el 29 por ciento de los niños se halla en riesgo debido al uso de agroquímicos y a la contaminación natural que generan cultivos como la caña de azúcar y el algodón. Para la Organización Mundial de la Salud, el 36 por ciento de las muertes de niños de cero a catorce años responde a riesgos ambientales. La ecuación es demoledora: intereses multinacionales, devastación del medio ambiente, gobernantes socios y cómplices de las minorías, crecimiento de la desocupación, desnutrición infantil y éxodo. Los recursos naturales están en los planes estratégicos de las multinacionales y hace rato que no están protegidos por los gobernantes provinciales, salvo contadas excepciones. El resultado de la devastación de los recursos naturales está en la vida de los pibes, en la carne viva de la historia Argentina, la realidad existencial de nuestros chicos. A mayor explotación de los recursos naturales, mayor pobreza y mayor cantidad de pibes explotados o desnutridos. El supuesto básico de la Argentina contemporánea parece ser una melancólica sombra del país que ya no es. Los chicos ya no son los únicos privilegiados, si no los primeros perjudicados.
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