Fuente:www.observadorglobal.com.ar
El petróleo está en todas partes, impregna nuestra vida diaria en formas que nunca nos imaginamos, está en las alfombras, los muebles, la ropa, la pasta de dientes, y hasta en algunos alimentos. Los petroquímicos permiten que nuestra vida moderna funcione. ¿Pero qué ocurriría si algún día el petróleo se acabase? No son pocos los científicos que advierten esta cercana realidad, pidiendo a gritos alternativas y afirmando que nuestra sociedad industrial basada en el petróleo “barato” y fácilmente extraíble debe ser repensada. Si sus teorías se confirman, los más pobres y menos preparados pagarán el precio de ese cambio.
En este fotograma del documental "The oil crash" (2007) un hombre toma un baño de petróleo en Azerbaiyán. La vida moderna está impregnada de crudo y se edificó sobre su extracción. ¿Qué será de nuestra sociedad el día que este recurso se agote?
La idea de dejar el auto para usar la bicicleta no es la solución para alejarnos del crudo. El calzado deportivo y la bicicleta contienen productos fabricados con petróleo. En caso de que se quiera usar baterías eléctricas en los vehículos, éstas tienen una carcaza plástica de petróleo y gas. El aislante para mantener las casas frescas también comenzó bajo la forma de crudo y gas. Sin él las personas sudarían, y deberían usar desodorante, que también deriva del petróleo...
Ni siquiera se puede escapar del petróleo en la comida: algo tan inocente como una leche azucarada puede tener sustancias para volverla más cremosa hechas a base de petroquímicos.
El petróleo está en todas partes, impregna nuestra vida diaria en formas que nunca nos imaginamos, está en las alfombras y los muebles, las computadoras y la ropa. Los productos que están en contacto directo con nuestro cuerpo como la pasta de dientes y la crema de afeitar, el brillo labial y las cápsulas de vitaminas. Los petroquímicos son el aceite que hace funcionar nuestra vida moderna.
Por todo esto, los petroquímicos están incluso en nuestra sangre. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos realizaron pruebas a los humanos para encontrar químicos y metales ambientales, tras las que registraron 212 componentes distintos, de los cuales más de 180 eran productos derivados del gas natural y el petróleo.
"Es el material básico de nuestra sociedad", asegura Michael Wilson, investigador de la Universidad de California en Berkeley. "Esta es la era petroquímica".
El profesor de ciencias ambientales de la Universidad Estatal de Luisiana, Ed Overton, que trabaja con el gobierno ante el derrame petrolero, reconoció la presencia diaria de este químico en nuestras vidas.
"No hay algo que hagamos a diario que no esté afectado por los petroquímicos" dijo.
"Todo lo que no es acero o hierro, o algún tipo de metal, tiene algún componente petroquímico. Y eso se debe a lo que hemos logrado hacer con él", confirma el profesor de química de la Universidad de Virginia Occidental Dady Dadyburjor.
Para ilustrar lo importante y maleable que son los petroquímicos no hay mejor ejemplo que un frasco de champú. La botella es de plástico, la tapa es de plástico, el sello y la marca también. La tinta viene de petroquímicos e incluso el pegamento debajo de la etiqueta viene del petróleo o del gas. El mismo champú se deriva de petroquímicos. Un frasco de champú es totalmente químico.
¿Y SI SE ACABA EL PETRÓLEO?
“The oil crash” (“El crudo despertar” - 2007) es un documental británico que ya se hizo esa pregunta. Y las respuestas a las que abordó son sin duda escalofriantes.
Los periodistas y cineastas Basil Gelpke y Ray McCormack cuentan en esta película cómo la civilización humana se hizo adicta al petróleo.
La idea de que los suministros de petróleo mundial alcanzaron sus niveles máximos gana adeptos día a día.
"La era del petróleo -esos 100 años de crecimiento económico asombroso a expensas del petróleo barato y abundante- podría terminar sin que realmente seamos conscientes de ello. El petróleo es un bien finito. En algún momento hasta los grandes depósitos de Arabia Saudita se secarán”, aseguró en un artículo periodístico Robert B. Semple, Jr., editor asociado del New York Times. “O empezamos a desarrollar sustitutos para el petróleo o comenzamos a vivir con más sobriedad. O las dos cosas. El concepto del cenit del petróleo no ha sido ampliamente debatido. Pero la gente está hablando de eso ahora. Se merece una mirada cuidadosa -en gran parte porque es casi seguro que esta idea es correcta", afirmó Semple.
Los escenarios apocalípticos pueden servir de herramientas para los conspirativos, pero escuchar a los científicos de renombre dando sus teorías en “The oil crash” obliga a preguntarse: ¿Cómo el hombre basó su estilo de vida y producción en un recurso no renovable? ¿Cómo fue tan omnipotente de creer que este recurso duraría para siempre?
Como los autores del documental aseguran en su página web oficial, “no se necesita ser un teórico de la conspiración para ver una conexión entre las obsesiones de Estados Unidos con Medio Oriente y su seguridad nacional con el mundo en crisis petrolera al que nos avecinamos. La frenética búsqueda de fuentes alternativas de energía que hoy persiguen las empresas de energía multinacionales deja en claro que esa crisis se acerca rápidamente”.
“El petróleo se acaba, y nadie está preparado para el cataclismo que vendrá”, asegura Basil Gelpke, director de la película.
Hace un año, en un informe encargado por el Departamento de Energía estadounidense, Robert L. Hirsch, uno de los expertos más consultados del planeta, advirtió: “El mundo nunca ha enfrentado un problema como el cenit del petróleo. (…) Anteriores transiciones de energía (como del carbón y la madera al petróleo) fueron graduales y evolutivas. Alcanzar el pico máximo del petróleo será abrupto y revolucionario".
Los expertos que adhieren a esta teoría de que el petróleo del mundo ya se está acabando llegaron a una conclusión tan sorprendente como lógica: Si esto ocurriese, nuestra sociedad industrial basada en el petróleo “barato” y fácilmente extraíble deberá ser repensada. Como siempre, los más pobres y menos preparados serán los primeros en pagar el precio de ese cambio.
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