Entre los jóvenes de la región el 48% estudia y el 25% trabaja
Un estudio realizado por el IDESA, centro de estudios que se especializa en la temática del mercado laboral, indica que en la Argentina trabaja un tercio de los jóvenes de entre 15 y 24 años, porcentaje que está por debajo de lo que ocurre en otras regiones como Europa. En el conglomerado Comodoro Rivadavia-Rada Tilly la cifra de jóvenes que trabaja es del 25,13% mientras que el 48,37% estudia, el 2,77% estudia y trabaja, pero el 23,71% no estudia ni trabaja.
Domingo 3 de Marzo de 2013
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IDESA sostiene que en las instituciones laborales y educativas subyace un gran celo frente a la posibilidad de la incorporación temprana de los jóvenes al mundo del trabajo. El principal argumento es que lo único valioso para un joven sería concentrarse en estudiar.
Sin embargo, las mejores prácticas en el ámbito internacional demuestran que el empleo juvenil es un medio para mejorar la formación de los jóvenes y motorizar su progreso. La clave del éxito, según esa experiencia, es incorporar en la enseñanza secundaria contenidos de educación para el trabajo y promover una inserción temprana en una empresa.
Los números en el conglomerado Comodoro Rivadavia-Rada Tilly, según el estudio efectuado por IDESA a partir de cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC), expresan que los jóvenes entre 15 y 24 años son casi 25.000, de los cuales solo estudian 11.524 (el 48.37%), sólo trabajaban 5987 (25.13%), estudian y trabajan unos 661 (2.77%). Los que no estudian ni trabajan son 5661, de los cuales buscan trabajo unos 875 (3.67%), y no buscan trabajo 4776 (20.04%).
POR DEBAJO DE LA
MEDIA DE OTROS PAISES
IDESA comparó ese empleo juvenil con datos de otros países, tomando como punto de partida los jóvenes entre 15 a 24 años. Cruzando datos se deduce que la tasa de empleo juvenil en la Argentina es del 33%, en los países de la Organización Económica Europea la tasa de empleo llega al 39%. Sobresalen: Holanda con tasa de empleo juvenil del 64%, Suiza con el 63%, Dinamarca con el 58%, Canadá con el 55% y Alemania donde el 48% de los jóvenes trabajan.
Estos datos muestran que el empleo juvenil en Argentina es relativamente bajo para el concierto internacional. Particularmente altas son las diferencias que se observan con países que tienen una alta estima por la educación y la equidad social. Una de las razones es que el empleo entre los adolescentes –de 14 a 17 años– es muy bajo en Argentina. Como señala el informe del INDEC, apenas un 12% declara tener un empleo.
El informe de IDESA también señala que del estudio del INDEC, “Módulo de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes” -realizado durante el operativo Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU) del tercer trimestre de 2012-, se deduce que los niños con entre 5 y 13 años de edad suman en el país alrededor de 5,4 millones, de los cuales 106 mil trabajan en el mercado laboral (o sea, excluyendo tareas de servicio doméstico).
Estos son casos típicos de trabajo infantil y que, por ello, son disvaliosos. Por otro lado, se detectó que los jóvenes entre 14 y 17 años de edad suman 2,5 millones de los cuales 315 mil (12%) se incorporaron al mercado laboral. Este grupo integra una zona gris, ya que no responden a la tipología de trabajo adulto pero tampoco al de trabajo infantil.
SIN CONNOTACIONES NEGATIVAS
La información descriptiva que provee el mismo estudio del INDEC brinda evidencias de que el trabajo de los adolescentes en la mayoría de los casos, no tiene las connotaciones negativas del trabajo infantil.
De los 315 mil adolescentes que trabajan, el 84% lo hace por menos de 10 horas semanales, es decir, una dedicación muy parcial.
Pero lo más importante es que el 90% afirma que no se cansa, que no se aburre y que le gusta hacerlo y un 66% que aprende trabajando. Son indicios fuertes, como ocurre en las mejores prácticas internacionales, de que el empleo adolescente tiene una enorme potencialidad como facilitador de la difícil transición de los jóvenes al mercado de trabajo.
Sin embargo, las instituciones educativas y laborales no acompañan este saludable y espontáneo proceso. Las escuelas medias –salvo contadas excepciones– no preparan ni promueven a los adolescentes para su incorporación temprana al mercado laboral. Parecería que sólo contemplan las necesidades de los jóvenes que aspiran a ingresar a la universidad, ignorando y discriminando a la gran mayoría que no tiene ese objetivo.
Las instituciones laborales potencian esta discriminación. En teoría, los adolescentes entre 16 y 18 años están legalmente habilitados para trabajar, pero en la práctica las trabas burocráticas los condenan a que sólo puedan hacerlo en la ilegalidad.
En el extremo de la paradoja, el Congreso sancionó recientemente una ley habilitándolos a votar, es decir, se les legaliza los mismos derechos políticos que a los adultos, pero se les pone trabas a la legalidad a quienes tienen la iniciativa, la responsabilidad y las ganas de empezar a trabajar.
“La información que publica el INDEC sugiere que es un error asociar al empleo adolescente a las mismas connotaciones negativas del empleo infantil. Muy por el contrario, demuestra que se necesita un profundo cambio en las instituciones laborales y educativas a los fines de promover la combinación de estudio y trabajo. De lo contrario, se seguirá discriminando a la gran mayoría de los estudiantes que no van a ser profesionales universitarios y que necesitan, tanto en las escuelas técnicas como en los bachilleratos, contenidos de educación para el trabajo”, rescata el estudio de IDESA.
Sin embargo, las mejores prácticas en el ámbito internacional demuestran que el empleo juvenil es un medio para mejorar la formación de los jóvenes y motorizar su progreso. La clave del éxito, según esa experiencia, es incorporar en la enseñanza secundaria contenidos de educación para el trabajo y promover una inserción temprana en una empresa.
Los números en el conglomerado Comodoro Rivadavia-Rada Tilly, según el estudio efectuado por IDESA a partir de cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC), expresan que los jóvenes entre 15 y 24 años son casi 25.000, de los cuales solo estudian 11.524 (el 48.37%), sólo trabajaban 5987 (25.13%), estudian y trabajan unos 661 (2.77%). Los que no estudian ni trabajan son 5661, de los cuales buscan trabajo unos 875 (3.67%), y no buscan trabajo 4776 (20.04%).
POR DEBAJO DE LA
MEDIA DE OTROS PAISES
IDESA comparó ese empleo juvenil con datos de otros países, tomando como punto de partida los jóvenes entre 15 a 24 años. Cruzando datos se deduce que la tasa de empleo juvenil en la Argentina es del 33%, en los países de la Organización Económica Europea la tasa de empleo llega al 39%. Sobresalen: Holanda con tasa de empleo juvenil del 64%, Suiza con el 63%, Dinamarca con el 58%, Canadá con el 55% y Alemania donde el 48% de los jóvenes trabajan.
Estos datos muestran que el empleo juvenil en Argentina es relativamente bajo para el concierto internacional. Particularmente altas son las diferencias que se observan con países que tienen una alta estima por la educación y la equidad social. Una de las razones es que el empleo entre los adolescentes –de 14 a 17 años– es muy bajo en Argentina. Como señala el informe del INDEC, apenas un 12% declara tener un empleo.
El informe de IDESA también señala que del estudio del INDEC, “Módulo de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes” -realizado durante el operativo Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU) del tercer trimestre de 2012-, se deduce que los niños con entre 5 y 13 años de edad suman en el país alrededor de 5,4 millones, de los cuales 106 mil trabajan en el mercado laboral (o sea, excluyendo tareas de servicio doméstico).
Estos son casos típicos de trabajo infantil y que, por ello, son disvaliosos. Por otro lado, se detectó que los jóvenes entre 14 y 17 años de edad suman 2,5 millones de los cuales 315 mil (12%) se incorporaron al mercado laboral. Este grupo integra una zona gris, ya que no responden a la tipología de trabajo adulto pero tampoco al de trabajo infantil.
SIN CONNOTACIONES NEGATIVAS
La información descriptiva que provee el mismo estudio del INDEC brinda evidencias de que el trabajo de los adolescentes en la mayoría de los casos, no tiene las connotaciones negativas del trabajo infantil.
De los 315 mil adolescentes que trabajan, el 84% lo hace por menos de 10 horas semanales, es decir, una dedicación muy parcial.
Pero lo más importante es que el 90% afirma que no se cansa, que no se aburre y que le gusta hacerlo y un 66% que aprende trabajando. Son indicios fuertes, como ocurre en las mejores prácticas internacionales, de que el empleo adolescente tiene una enorme potencialidad como facilitador de la difícil transición de los jóvenes al mercado de trabajo.
Sin embargo, las instituciones educativas y laborales no acompañan este saludable y espontáneo proceso. Las escuelas medias –salvo contadas excepciones– no preparan ni promueven a los adolescentes para su incorporación temprana al mercado laboral. Parecería que sólo contemplan las necesidades de los jóvenes que aspiran a ingresar a la universidad, ignorando y discriminando a la gran mayoría que no tiene ese objetivo.
Las instituciones laborales potencian esta discriminación. En teoría, los adolescentes entre 16 y 18 años están legalmente habilitados para trabajar, pero en la práctica las trabas burocráticas los condenan a que sólo puedan hacerlo en la ilegalidad.
En el extremo de la paradoja, el Congreso sancionó recientemente una ley habilitándolos a votar, es decir, se les legaliza los mismos derechos políticos que a los adultos, pero se les pone trabas a la legalidad a quienes tienen la iniciativa, la responsabilidad y las ganas de empezar a trabajar.
“La información que publica el INDEC sugiere que es un error asociar al empleo adolescente a las mismas connotaciones negativas del empleo infantil. Muy por el contrario, demuestra que se necesita un profundo cambio en las instituciones laborales y educativas a los fines de promover la combinación de estudio y trabajo. De lo contrario, se seguirá discriminando a la gran mayoría de los estudiantes que no van a ser profesionales universitarios y que necesitan, tanto en las escuelas técnicas como en los bachilleratos, contenidos de educación para el trabajo”, rescata el estudio de IDESA.
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